sábado, 24 de diciembre de 2011

El viaje


El viaje está a punto de comenzar y yo ya tengo mis valijas armadas. Hace tiempo paseo con los boletos en mis bolsillos, sin decidirme a partir.
Dejo atrás una infancia que prefiero olvidar y una adolescencia ligera. Me envuelve una adultez prematura y reciente, me rodea una incertidumbre terrorífica que parece decidida a devorarme.
No hay destinos seguros, sólo un cronograma de viaje en un borrador arruinado por la lluvia y un mundo entero que se abre ante mis ojos.
Hay promesas hechas a personas desconocidas y a otras un tanto más. Hay juramentos frente al espejo y un mapa que se intenta armar paso a paso en mi mente.
Sé que corro el riesgo de tomar caminos equivocados y no le tengo miedo al dolor, pero siento cómo mi cuerpo tiembla inconsciente frente al primer camino que se le presenta.
Sé que soy apenas una más de los viajeros, sé que no voy a estar sola.  
Sé que me esperan lugares desconocidos, enseñanzas inesperadas y sólo tal vez algún amor. Sé que también, tal vez, me pierda en el camino.
En realidad no tengo ninguna certeza.

Agarro mis valijas y un abrigo por si hace frío, y doy el primer paso del viaje.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Mi piel se detuvo


Mi piel se detuvo en el momento exacto en el que cayó la primera gota de lluvia. En sólo ese instante supe que algo había cambiado. Apoyé mi nariz en la ventana y miré afuera, intentando escuchar un sólo sonido que me explicara lo que estaba pasando. Un grito que nunca salió de mi boca se ahogada y presionaba en mi interior, produciéndome dolor. Tal vez era tarde, tal vez por eso nadie caminaba por las calles.

¿Sabía mi cuerpo lo que estaba pasando? ¿Por qué se estremecía, por qué se quebraba?

La lluvia se hacía cada vez más constante, más intensa y  a mis ojos les costaba mantenerse abiertos.  Mi mente divagaba entre explicaciones, intentando encontrar al menos una real, sólo una que la tranquilizara.
Recordé una primera vez, una primera caricia olvidada en el tiempo y algunos besos de una boca con sabor a alcohol. Pero los recuerdos no eran claros, parecían de alguna época lejana y aunque intentaba mantenerlos conmigo se volaban.

Mi piel se detuvo y algo no era igual. Cerré las cortinas y a mis ojos les costó ver en la oscuridad, tal vez ya no veía, tal vez por eso no vi a nadie. Traté de tocar las sábanas desprolijas, de sentir un olor que en algún momento me había sido familiar. Recorrí la habitación con todos mis sentidos, buscando algo que no sabía qué era, sólo buscando. Pero no encontré nada.

¿Qué era eso que no estaba? ¿Qué había dejado un espacio sin ocupar?

Mi piel se detuvo en el momento exacto en el que la rozaste por última vez, y supe que no se volvería a despertar.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Te busco


Las pesadillas no me dejan dormir,
la sensibilidad está al límite.
Caigo, lloro, río y pataleo,
mi vista se nubla, el espacio desaparece

Te busco para que me saques la venda de los ojos
Te busco para que me muestres lo que es verdad

Grito, me duelen los ojos.
Miro afuera sin querer ver, y el sol me arde,
vivo donde no vive el resto, no reconozco a nadie más.
Un nudo en la garganta me incita a salir,
me niego, no tengo adónde ir.

Mi respiración se entrecorta, me duelen las piernas,
no siento mi cuerpo, simplemente vuelo.

Y te busco para que me saques la venda de los ojos
Te busco para que me muestres lo que es verdad.

No te encuentro,
te busco y no estás, será que en realidad no veo.



domingo, 16 de octubre de 2011

Escape


Abro los ojos, trato de ver si estoy despierta.
No sé si estoy en el mismo lugar de siempre, no sé dónde estoy.
Vuelvo a cerrar los ojos y a intentar recordar,
me quedo en la fantasía, así está mejor.

No sé si sigo despierta, no sé si estoy viva o muerta.
No entiendo qué pasó todo este tiempo,
adónde fui, no sé si volví.
Algo me roza
pero no sé qué es
¿se mueve, está vivo?

Vuelvo a abrir los ojos.
Siento que no tengo los pies sobre la tierra,
caigo y el golpe me duele.
No quiero escaparme,
yo soy valiente, no soy así.
Pero me duele, es insoportable.

¿Me desperté?
Siento frío, 
la ventana esta abierta y se escucha la calle.
Estoy inmóvil, 
algo me duele, me pincha, me molesta
pero no sé qué es. 
Me niego a escaparme, yo soy valiente,
pero no lo soporto.

Cierro los ojos y respiro,
me quedo en la fantasía, así está mejor.




miércoles, 12 de octubre de 2011

El reencuentro

¿Pasó el tiempo?
Si te tengo al lado y siento lo mismo, si tiemblo igual.
Si vos me abrazás y me mentís de la misma manera.
Será que el tiempo no pasa nunca en verdad,
que cuando se trata de esto es sólo la ilusión de intentar dejar atrás.
Ahora con nuestros mundos tan perfectos,
te tengo otra vez conmigo, y te siento, te escucho, te miro.
¿Sos vos? ¿Nos volvimos a perdonar?
Otra vez somos uno, una vez más una estrella cayó frente a nosotros
y yo pedí los mismos deseos, estúpidos deseos.
Y una vez más me niego a escuchar,
y me entrego a vos infinitamente, como siempre.
Sos tanto y a la vez tan poco.
Pero seguís acá, y otra vez estás besándome,
y yo otra vez cierro los ojos.
¿Pasó realmente el tiempo?

viernes, 30 de septiembre de 2011

A vos


Me abracé a tus besos,
a tu olor a cigarrillo y cerveza,
a la temperatura de tu cuerpo desnudo
y a tus gestos de placer.

Me aferré a tus promesas, a tu encanto,
a la sonrisa más perfecta del mundo,
a tus ganas, tu sabor incomparable
y a tus gestos de placer.
Y sigo soñando con esas noches,
con el ritmo de tu respiración,
con tus manos activadas por mí.

Te abrazo, me aferro y sigo,
deseo como siempre
tu lengua, tu cuerpo, tu todo
tus gestos de placer. 

jueves, 22 de septiembre de 2011

La hermana

- Hola Martín, ¿cómo estás? Hace mucho que no hablamos.
- Sí, es verdad. Estoy muy ocupado últimamente.
- Ah, claro. ¿Tus cosas bien?
- Sí, bien. Como te dije, ocupado. Pero todo bien. ¿Vos?
- Digamos que bien, pero no sé, te extraño mucho.
- ¿Otra vez con lo mismo Delfina? ¿Cuándo vas a parar? ¿Estás yendo a terapia?
- No seas así, sabés que tampoco es fácil para mí. Sabés que si hubiece podido elegir de quién enamorarme no hubiece elegido a mi hermano, no soy tarada.
- A veces lo pongo en duda.
- ¿Por qué sos tan cruel? ¿Por qué esa necesidad? Tenemos la misma sangre, podrías ser un poco más compasivo conmigo. Te amo, ¿no podés entender eso?
- Yo también te amé alguna vez, cuando teníamos cinco años y jugábamos a hacer castillitos de arena en Mar Del Plata, con toda la familia mirándonos. Porque te acordás que formamos parte de una misma familia, ¿no? Bueno,  hasta ahí yo te amaba, y sí, eras mi hermana. Después, me abrumaste.
- Y yo que pensé que eras una buena persona vos...
- No, no. No te equivoques ni me trates de loco a mí. La que no está bien sos vos.
- Cómo se nota que nunca te enamoraste..
- Y no, de una hermana no.
- No no, de nadie. Porque sino tal vez entenderías...
- ¿Qué cosa entendería?
- Lo que se siente, lo dificil de controlar que es. Que no es una elección. Que aunque vaya a terapia, me encierren o hagan lo que hagan no voy a poder dejar de amarte. Porque sí, sos mi hermano y por eso me siento una mierda, y por eso intenté por todos los medios sacarte de mi cabeza, pero no pude y me di cuenta que es imposible.
- Basta, de verdad no te quiero escuchar más. Chau Delfina.
- ¡Por favor Martin escuchame! Me voy a matar, sabés. Eso voy a hacer. No quiero vivir más con esta carga ni molestarte a vos, ni destruir más nuestra familia. Me voy a matar y listo, pero sabelo hermano, que te amo con toda mi alma. Y eso me lo voy a llevar a la tumba.
- Ok sí, hacé lo que quieras. Sólo no me llames más.
...

Delfina colgó el teléfono, ya hacía varios minutos que escuchaba sólo el tono. No lloraba, pero temblaba sin poder controlarse. Se odiaba, lo odiaba a él y odiaba a toda su familia. Odiaba también a la vida, por ser tan difícil. No podía entender, porqué a ella. Porqué ella había sido elegida para sufrir tanto, porqué no podía tener una existencia normal como el resto de la gente. Había pasado sus últimos quince años de vida sufriendo, con su familia dándole la espalda, internada en psiquiátricos y centros de rehabilitación donde nadie la entendía, donde se la veía como una demente, peor aún que cualquier psicópata violador de niños.
De verdad se quería morir, y lo quería con todas sus fuerzas. O por lo menos no vivir así.
Hacía tiempo que venía planeando el momento exacto de su muerte, había hecho una lista de las personas a quien quería llamar primero, de las cosas que quería dejar organizadas antes, de cómo iba a hacerlo y qué necesitaba. Pero sólo había logrado hacer una cosa: llamar a su hermano, y ya no tenía fuerzas para hacer nada más.
Se subió a la silla que había dejado en el medio de la habitación y tomó la soga que había colgado con sus propias manos. La puso alrededor de su cuello y pateó la silla, con la vista fija en una foto bastante antigua, en la que un niño y una niña construían castillos de arena.


martes, 20 de septiembre de 2011

Aquella cruel obsesión

Él fumaba, indiferente como siempre. Ella conducía el auto, con la vista nublada por el alcohol.
- ¿Vamos a hacer el amor? Preguntó él. Y ella le dijo: - Sabés que sí.
- ¿Entonces que esperás para parar?, volvió a preguntar él.
Ella se mordió los labios. Gritaba por dentro, deseando que él escuchara. No recordaba cómo había comenzado la noche y porqué él ahora estaba en su auto, se sintió una estúpida.
Sin decir nada, obedeció y estacionó el auto en las afueras del pueblo. Él apagó la radio, siempre le molestaba la música que pasaban. Ella lo besó bruscamente. Pensó que nunca había sentido esa necesidad inmediata de desnudarlo.
Lo tocó mucho, lo rasguñó fuerte, tenía mucha bronca y quería tratarlo mal por lo mal que él la hacía sentir. Le hizo el amor como lo hace una prostituta, quería verlo a punto de explotar. No duró mucho, él nunca duraba mucho. Y a ella nunca le importaba demasiado.
Ninguno de los dos dijo nada, se quedaron desnudos y transpirados. Ella  intentaba ver la luna entre los vidrios empañados y él se apoyó en sus piernas. Sintiéndolo roncar lo observó en detalle. Pensó en lo hermoso que era, en cuánto lo deseaba y en todo lo que daría por ser dueña de al menos una parte de él. Pensó también en su increíble capacidad de hacerse amar y odiar al mismo tiempo.
Lloró en silencio. Sabía que no sería la última noche, nunca lo había sido.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Vos sabías, nena


Desatate el pelo, nena que ya sale el sol.
No hay más nubes, no hay más lluvias,
ahora hay sólo calor.

Vos sabías que yo te iba a traer la paz,
pero parece que todavía no entendés

Alguna vez me dijiste que te helabas.
Lloraste y pataleaste porque no había nadie,
porque las sábanas te quedaban inmensas

¿Qué querés si no querés nada? 
Desvestite, dale. 
Podés hacerlo sin culpas.

Si yo te dije,
vos sabías que yo te iba a traer la paz,
pero parece que todavía no entendés

No sé, te desconozco.
Tan fría, tan lejos, tan sola.

viernes, 17 de junio de 2011

Soñar y olvidar

Cuesta dejar de vivir un sueño, caer nuevamente en la nebulosa de la realidad que aunque es realidad suele ser a veces menos clara. Duele tener que poner los pies sobre la tierra y entender que no todas las cosas son tan perfectas, que la vida es esta realidad y no la que vivimos entre sábanas. Es triste, pero valioso dejar de aferrarse al sueño en el que todo es extraordinario y posible y nada puede ennegrecer absolutamente nada.
Uno se siente indefenso y descontento, con ganas de patalear de la bronca por no poder seguir viviendo así, por no poder continuar recorriendo continentes enteros y descubriendo culturas olvidadas. Uno se siente que renuncia a ser el sabio de sus propias historias y vuelve a ser un simple hombre, uno más.
Y todo esto lo dice alguien común, que cuando abre los ojos se acuerda de sus sueños sólo los detalles.

viernes, 10 de junio de 2011

Volemos

No se me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar.


Oliverio Girondo



volemos, de ahora en más y para siempre.

martes, 17 de mayo de 2011

La sonriente

Una mujer sonríe mirando a la nada, no se sabe de qué se ríe, qué es lo que la hace feliz. Todos la miran, la gente en el subte está  cansada de la vida y tiene pocas ganas de sonreír. La miran extrañados como si fuera una extraterrestre, ella sigue sonriendo sin sentirse incómoda o fuera de lugar. De fondo suena una chacarera de bombos y un hombre con cara de norteño sopla con fuerzas un instrumento de aire. La mujer además hace bailar sus pies y mueve la cabeza al ritmo de la música. Canta a coro con los músicos, todos piensan que está loca.
El subte llega a una parada y entre la muchedumbre un hombre sube al vagón. La mujer que sonreía se pone pálida de repente y la sonrisa le desaparece del rostro. El hombre que viste traje negro se le acerca y se sienta a su lado. Ella no lo mira, sólo tiembla. De su frente caen gotas de transpiración. Toda la gente continúa mirándola, ahora sin entender lo que le pasa. La mujer que ya no ríe ni baila ahora llora desconsolada. En la próxima estación baja corriendo del tren, empujando a la gente.El hombre de traje negro la sigue por detrás.
Las personas se miran entre sí y luego se olvidan de la mujer a la que nunca más vuelven a ver.

viernes, 13 de mayo de 2011

El viejo

El poeta de poca monta que residía en su interior estaba desesperado, no le salía una miserable palabra. No lograba inspirarse siquiera después de tres whiskys y un atado de cigarrillos. -La puta madre, se dijo. -¿Qué voy a hacer ahora? Si lo único que aprendí a hacer en esta vida fue a escribir. Decidió entonces salir a buscar algo de inspiración.
La noche estaba fresca en Buenos Aires. No le sorprendió ver la cantidad de tráfico ir y venir por la avenida y la gente comiendo en los restaurantes, aunque fuera día de semana. Se cruzó con un hombre vestido con bolsas de consorcio y se preguntó si alguna vez alguien le habría tirado una frazada, y en ese caso porqué no la había garrado. -Seguro está más loco que una cabra, se dijo.
Siguió caminando y vio a una pareja de adolescentes vestidos a lo Dark que se besaban en un banco de la plaza. La chica le tocaba el culo al chico. -Gracias a Dios nunca se me ocurrió tener hijos, pensó. Lo sobresaltó un perro que se coló entre sus piernas, escapaba seguramente de una dueña distraída y sin energías para correrlo, a quien al levantar la vista vio venir a los pedos atrás de la correa. Sin escuchar las disculpas de la chica continuó caminando, reconocía ya estar viejo y renegado pero seguramente le molestaría mucho que alguien se lo dijera.
Se sentó en un banco, a sólo un par de metros de donde los adolescentes seguían intercambiando saliva. Un auto de policía pasó haciendo sonar su sirena. -Vaya a saber adónde va y qué pasó.
Trató de acordarse de las razones por las que había decidido venirse ya hacía veinte años desde el pueblo en donde había nacido. -¡Con todos los quilombos y las cosas que pasan en esta ciudad!.
Se le acercó un chico que venía caminando desde el medio de la plaza, calculó que tendría menos de doce años.Le pidió un cigarrillo.
-Me los terminé, le dijo sin sacarle los ojos de encima.
-Entonces dame plata viejo, o llamo a los pibes y te hacemos mierda.
¡Esa sí que era una sensación que no sentía desde hacía rato! Le hirvió el cuerpo, y de una trompada hizo caer al suelo al chico, que comenzó a llorar y a pedir por su madre, mientras se agarraba la cara llena de sangre.
Él se levantó y tomó el camino de vuelta a su casa, todavía sin saber sobre qué carajo escribir.

Grita!


viernes, 29 de abril de 2011

Si veo en tus ojos que me deseás, y en tu sonrisa de galán que me buscás, por qué no nos encontramos afuera, en algún lugar?

viernes, 15 de abril de 2011

Copas y fantasías

Ella se pintó para él. Afuera la noche caía densa sobre la ciudad y los primeros fríos del otoño se empezaban a sentir. Mirándose al espejo imaginó en su cabeza todo lo que deseaba que pasara esa noche, pero quiso dejar de hacerlo, por miedo a que nada de eso ocurriera. Se vistió solamente para que él deseara desvestirla. El sabor de lo prohibido la excitaba, e imaginar las manos de él sobre su cuerpo lo hacía aún más. Se reunieron en la esquina de los ruidos, ahí donde cantaban la mala y el chico de las canciones de amor. Bastaba verlo para que ella no necesitara nada más, pero sabía que las cosas no funcionaban de ese modo.Tomaron un vino como tanto les gustaba, y entre copas y besos hicieron el amor. Sus piernas entrelazadas, sus alientos unidos. Amaba lastimarlo y curarlo con su saliva, le encantaba disfrazarse de puta para él. Amó rasguñarlo y morderlo fuerte. Se lo merecía. Y a él le gustaba.
Después se levantó, se miró en el espejo del baño y se vio hermosa: su piel estaba blanca, sus labios rojos como se ponían luego de un orgasmo. Y esperaba todos los viernes ese momento, en el que a nadie le importaba si ellos estaban juntos, y en el que sabía que él estaría esperándola.

viernes, 8 de abril de 2011

Si hay felicidad, pasale mi dirección

Un día vino a mi mente algo que me habían dicho alguna vez: "que la felicidad son sólo momentos". Quise intentar entender lo que era para mí en realidad, como alguna vez lo había hecho con el amor, que por cierto nunca terminé de conocer. Traté de reunir todas las cosas que me hacían bien, intentando analizar si eran esas mismas cosas las que podrían volverme una mujer feliz. Pensé en la sonrisa de mis sobrinos, en las cervezas con amigos y en conseguir el trabajo que tanto esperaba. Finalmente creo que decidí que sí, era feliz. Hasta que sentada en el subte me sentí una miserable, y me olvidé de todos esos momentos felices.

jueves, 24 de marzo de 2011

L

A vos que apareciste en el momento indicado y trajiste a nuestros días la paz que tanto necesitábamos. Vos, que con la fuerza del León hiciste que derramáramos lágrimas a tu alrededor, y lograste derribar esa pared de inestabilidad que nos rodeaba. Llegaste y con tu inocencia encendiste todas las luces del camino, que nos permitieron ver que la felicidad no es sólo momentos, porque a la felicidad la trajiste vos, para que viva entre nosotros eternamente. A vos, León que con tus garras serás capaz de alcanzar el infinito. Vas a estar grabado en mi piel para siempre, y todo mi amor es para vos.