martes, 17 de mayo de 2011

La sonriente

Una mujer sonríe mirando a la nada, no se sabe de qué se ríe, qué es lo que la hace feliz. Todos la miran, la gente en el subte está  cansada de la vida y tiene pocas ganas de sonreír. La miran extrañados como si fuera una extraterrestre, ella sigue sonriendo sin sentirse incómoda o fuera de lugar. De fondo suena una chacarera de bombos y un hombre con cara de norteño sopla con fuerzas un instrumento de aire. La mujer además hace bailar sus pies y mueve la cabeza al ritmo de la música. Canta a coro con los músicos, todos piensan que está loca.
El subte llega a una parada y entre la muchedumbre un hombre sube al vagón. La mujer que sonreía se pone pálida de repente y la sonrisa le desaparece del rostro. El hombre que viste traje negro se le acerca y se sienta a su lado. Ella no lo mira, sólo tiembla. De su frente caen gotas de transpiración. Toda la gente continúa mirándola, ahora sin entender lo que le pasa. La mujer que ya no ríe ni baila ahora llora desconsolada. En la próxima estación baja corriendo del tren, empujando a la gente.El hombre de traje negro la sigue por detrás.
Las personas se miran entre sí y luego se olvidan de la mujer a la que nunca más vuelven a ver.

viernes, 13 de mayo de 2011

El viejo

El poeta de poca monta que residía en su interior estaba desesperado, no le salía una miserable palabra. No lograba inspirarse siquiera después de tres whiskys y un atado de cigarrillos. -La puta madre, se dijo. -¿Qué voy a hacer ahora? Si lo único que aprendí a hacer en esta vida fue a escribir. Decidió entonces salir a buscar algo de inspiración.
La noche estaba fresca en Buenos Aires. No le sorprendió ver la cantidad de tráfico ir y venir por la avenida y la gente comiendo en los restaurantes, aunque fuera día de semana. Se cruzó con un hombre vestido con bolsas de consorcio y se preguntó si alguna vez alguien le habría tirado una frazada, y en ese caso porqué no la había garrado. -Seguro está más loco que una cabra, se dijo.
Siguió caminando y vio a una pareja de adolescentes vestidos a lo Dark que se besaban en un banco de la plaza. La chica le tocaba el culo al chico. -Gracias a Dios nunca se me ocurrió tener hijos, pensó. Lo sobresaltó un perro que se coló entre sus piernas, escapaba seguramente de una dueña distraída y sin energías para correrlo, a quien al levantar la vista vio venir a los pedos atrás de la correa. Sin escuchar las disculpas de la chica continuó caminando, reconocía ya estar viejo y renegado pero seguramente le molestaría mucho que alguien se lo dijera.
Se sentó en un banco, a sólo un par de metros de donde los adolescentes seguían intercambiando saliva. Un auto de policía pasó haciendo sonar su sirena. -Vaya a saber adónde va y qué pasó.
Trató de acordarse de las razones por las que había decidido venirse ya hacía veinte años desde el pueblo en donde había nacido. -¡Con todos los quilombos y las cosas que pasan en esta ciudad!.
Se le acercó un chico que venía caminando desde el medio de la plaza, calculó que tendría menos de doce años.Le pidió un cigarrillo.
-Me los terminé, le dijo sin sacarle los ojos de encima.
-Entonces dame plata viejo, o llamo a los pibes y te hacemos mierda.
¡Esa sí que era una sensación que no sentía desde hacía rato! Le hirvió el cuerpo, y de una trompada hizo caer al suelo al chico, que comenzó a llorar y a pedir por su madre, mientras se agarraba la cara llena de sangre.
Él se levantó y tomó el camino de vuelta a su casa, todavía sin saber sobre qué carajo escribir.

Grita!